Por: Mauricio Ríos García
Lunes negro es el adjetivo que utilizaron varios periódicos internacionales y revistas especializadas, para calificar la jornada del pasado lunes 21, cuando los inversionistas de los diferentes mercados bursátiles alrededor del mundo recibieron la noticia de que la Reserva Federal recortaría las tasas de interés referenciales de 4.25 a 3.50%, con la idea de proteger el consumo y contrarrestar la crisis del sector inmobiliario, ante la inminente llegada de una marcada recesión (un período de crecimiento negativo del Producto Interno Bruto), en los EEUU.
Revisando datos, se estima que los niveles a los que llegan son similares a los del oscuro septiembre del 2001, otros como el multimillonario espaculador George Soros, en un ánimo más escandaloso, afirma que se trata de una crisis similar a la vivida después de la Segunda Guerra Mundial, pero hay otro dato curioso: Wall Street no operaba porque ese era un día feriado en que se recordaba a Martin Luther King, lo que quiere decir que este no es un desplome ordinario, como el del atentado a las Torres Gemelas o el de la invasión de Irak a Kuwait en 1990.
A todo esto, además se presumen recesiones en Japón, México y España.
El ánimo pesimista de los inversionistas no se lo atribuye al anuncio de recorte -ya que existe un gran consenso en el Congreso al rededor de la medida-, pero sí a la falta de confianza en el Presidente George W. Bush, porque consideran que el plan que propone carece de contundencia y posibilidad de ser aplicado en forma inmediata.
¿Qué pasa con Bolivia? De acuerdo al tono de las declaraciones del Ministro de Hacienda, Arce Catacora, no habría mayor preocupación sino hasta el tercer o cuarto trimestre del año en curso, momento en el cual empezaría a sentirse los efectos en el sector de las exportaciones.El problema de la economía norteamericana es motivo de preocupación porque las bolsas de Santiago, Buenos Aires, Lima y Sao Paulo, reportaron cifras negativas por temor a la recesión estadounidense. En Bolivia comenzamos el año con una elevada inflación del 11.7%, que no ha sido tratada eficientemente. Si a esto le agregamos las inclemencias del tiempo por el efecto de la Niña, se corre el riesgo de padecer una estanflación en 2009, es decir, ya no una desaceleración, sino, la suma de la inflación y un estancamiento del aparato productivo.
Para esto debemos ser capaces de por lo menos suavizar el impacto del aterrizaje, para lo cual se requiere de estímulos en el corto y largo plazo:Las Reservas Internacionales Netas superaron los 5 mil millones de dólares la gestión pasada, entonces, si se fue responsable en lo fiscal, veremos posibilidades de combatir la crisis mundial. Si Arce prevé una caída de las exportaciones, no sigamos improvisando con el deficitario TCP-ALBA y el anacrónico y poco conocido Banco de Desarrollo Productivo.
Pero ya que nos farreamos la posibilidad de gobernar los siguientes veinte años, ¡parece ser una oportunidad viable para estimular el consumo per cápita! Con la gallina que pondrá los huevos de oro recién en 50 años, el Estado va a ser incapaz de gestionar la verdadera revolución productiva que se necesita para este año, entonces ¿deberá ser el ciudadano quien se haga cargo?
Si no dejamos de hablar 6 ó 7 horas seguidas y no nos ponemos a escuchar, la economía de este año castigará el bolsillo ya no solo del más pobre, sino de quien tiene para invertir y ser gestor de su propio destino.